jueves, agosto 31, 2006

El racismo de antes, el racismo de ahora.

Todo en este mundo evoluciona. Menos el racismo.
En el siglo XIX, Morton, uno de los investigadores más respetados en el ámbito de la craneometría, publicó datos "contundentes y objetivos" a favor de la superior inteligencia de la "raza blanca" o "caucásica", con respecto a otras etnias. Stephen Jay Gould rebatió fácilmente (más bien explicó cómo llegó Morton a estos resultados "objetivos", esos datos ya estaban rebatidos sobradamente) en el muy recomendable "La falsa medida del hombre" (1981).
Es fácil creer que este tipo de racismo está extinto. Error. En 1994, Herrnstein y Murray publicaron "The bell curve", un texto en el que se defiende la existencia de una inteligencia superior en determinadas clases sociales o etnias. Los mismos argumentos que hace 100 años. Por eso no me ha extrañado del todo leer el artículo de opinión de Antonio Burgos (que reproduzco completo más abajo) en el ABC.
Ya es impresionante de por si leer este refrito de topicazos despreciativos sobre la política de inmigración del gobierno, el efecto llamada, la unidad nacional, etc.
Pero más impresionante me ha resultado el tono que emplea este hombre al hablar de "los negros". Creo que el principal problema de la gente con este tipo de pensamiento es la ignorancia. Lo digo de verdad. Pero no me refiero a la ignorancia del que no sabe, sino del que no quiere saber.
Me gustaría explicarle al señor Burgos que, "los negros", ese conjunto de individuos a los que él se refiere como una especie de masa de seres indistinguibles, son seres humanos, individuales, cada uno con un carácter diferente, con una experiencia vital tremendamente rica a sus espaldas y con una familia y unas esperanzas.
Por eso digo que me parece ignorancia. Si este hombre conociera y hablara durante 30 minutos con uno de estos hombres, y permitiera al "negro" explicarle su vida en su pais, sus esperanzas, sus motivos para recorrer miles de kilómetros a pie y en una barcaza en un estado lamentable, no podría escribir frases como:

  • "Mami, qué será lo que tiene el negro, que al negro se le trata como si no fuera ilegal, como si Europa no nos hubiera llamado la atención sobre el «papeles para todos». "

  • "Gracias a esa canción viejorra del verano, ya sabemos lo que tiene el negro: un pedazo de avión, pagado con nuestro dinerito."


Ignorancia.

Y, señor Burgos. Kofi Annan no es "moreno". Moreno estoy yo cuando voy a la playa (mas bien suelo estar rojo...). Kofi Annan es el secretario general de la ONU, premio Nobel de la Paz y es NEGRO.


Mami, qué avión tiene el negro

Mami, qué avión tiene el negro
GANAMOS en variedad. Antes había una sola canción del verano, símbolo de la nostalgia. Ahora, como 17 Españitas y 17 Estaditos, 17.000 canciones del verano. Una canción del verano duraba toda una vida. Ahora dura un suspiro. Ni El Koala, PER total, puro voto cateto subvencionado y cautivo, con su estética agropecuaria tipo Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, ha logrado que ni su opá ni su corral primaverales sean la canción del verano. Lo que me hace pensar en lo lejos que queda aquel tema de éxito estival, que al escucharlo todos pensaban en el mandao del Pipi, y que hubiera venido de perlas para este verano que está buscando las tablas (como las oficinas de Telefónica).
Me refiero a «¿Mami, qué será lo que tiene el negro?».
¡Qué pedazo de canción del verano, si su autor se la hubiera guardado unos añitos! Nos hemos pasado el verano preguntando qué será lo que tiene el negro que llega en cayuco a las Canarias. Mami, qué será lo que tiene el negro, que al negro se le trata como si no fuera ilegal, como si Europa no nos hubiera llamado la atención sobre el «papeles para todos». Al negro se le tapa para que no se resfríe y se le lleva justo donde quiere: a la Península, a España, el país más permisivo con la inmigración ilegal del mundo.
La canción del verano ha sido la que nadie canta, por políticamente incorrecta. Y porque «mami, qué será lo que tiene el subsahariano» ni llega ni pega. Gracias a esa canción viejorra del verano, ya sabemos lo que tiene el negro: un pedazo de avión, pagado con nuestro dinerito. No hay cosa que le guste más a este Gobierno que pagarle un avión a un negro. ¿Que el moreno Kofi Annan quiere darse un paseíto por la muralla real de Israel y del Líbano? Pues nada, negro, mi alma, no te preocupes: España es tan rica y sabe hacer tan bien el panoli en su política exterior, que te convida a avión. ¿Es que la ONU está tiesa, para que tengamos que pagarle el avión a su baranda, cuyo nombre ha salido mezclado en asuntos de mangoleta tan poco claros como su tez? No, España debe acudir en socorro de la ONU porque somos los más caroxotes de todo el concierto de naciones. Hombre, ya puestos en montar negros en los aviones en Canarias para dejarlos tirados como a perros, ¿qué más da montar a un negro de más o a un negro de menos?
Este Gobierno y el partido que lo sustenta se ganan a cada día y a pulso la Gran Cruz del Mérito Aeronáutico. Al fondo siempre hay un avión dando vueltas. ¡Qué afición por los aviones! El descenso en picado de Alfonso Guerra empezó por aeronáutica materia. Cuando pidió el Mystere en la raya de Portugal para ir, como El Camborio, a Sevilla a ver los toros. El Mystere de Guerra no ha dejado de dar vueltas por el cielo gubernamental. Es el avión que tantas veces, gratis total, tomó Magdalena Álvarez, que se ganó el título de Lady Aviaco. Es el avión que, en su más moderna versión del Falcon (Crest), tomó ZP para ir a las rebajas de Londres, desde esta venta postbalance que está haciendo de España.
Mira cómo don Isidoro Álvarez, el del Cortinglés, no tira de avión privado ni convida a aeroplano a nadie. Por eso va el Cortinglés como va de bien, y ni te cuento Viajes El Cortinglés, en cuyos aviones nadie se monta de gañote. El Cortinglés va bien por eso y porque no tiene locuras autonómicas. No hay 17 cortes ingleses, sino uno solo. Ojalá España funcionara de bien como el Cortinglés, la excepción que confirma la regla del general desastre. A este paso, el Cortinglés será lo único que nos quedará de Expaña, porque nunca pedirá la independencia. Y si no estamos satisfechos, nos devuelve nuestro dinero y no se lo gasta y derrocha como ZP. Y porque tiene la suerte de que don Ramón Areces no cambiara lo de «Inglés». Anda si se llamara «Español», ¡iba a durar mucho en Cataluña y en las Vascongadas sin que le pegaran el cerrojazo!

5 comentarios:

Unknown dijo...

Si no fuese tan lamentable que esto haya salido en un periodico de la tirada de ABC me estaría arrepintiendo de haberlo leído, ahora me dan ganas de irme del pais

Un perro madrileno dijo...

Lo pero es que si eso se ha publicado, es porque hay algun editor que piensa que este tipo de artículos tiene MUCHO público...

Lo que no puede quedar es sin crítica, claro... y esa es nuestra labor...

Mina dijo...

Cuanta melancolía...
Yo tengo el original del artículo y acababa con un colosal "con Franco esto no pasaba", jajaja...
No, en serio, en mi opinión parece más una conversación de tasca y dominó que la joya literaria que realmente es. Lo malo es que queda mucha España de tasca y dominó... y mandíbulas apretadas de mala hostia.
Y que se puede decir de este tipo que, a día de hoy, aún se pasea por las Vascongadas? Que se ha olvidado de recordarnos a la plebe ignorante que los rojos tienen rabo y tridente y comen niños. Y encima ni siquiera nos lleva a ver el fumbol...
Ay... Se están perdiendo las buenas maneras...

Ernesto dijo...

Pues que lástima que todavía haya gente tan racista y grosera, pero creo que afortunadamente todos sus argumentos solo hablan en contra de él.

Anónimo dijo...

Apoyo vuestros comentarios sin duda alguna. Todo un insulto al ser humano lo escrito por este hombre. Sin embargo; y aunque quiero dejar claro y bien presente que se debe de luchar contra la ignorancia desde la educación, mi postura va más allá de esto y hay que LUCHAR de otras formas para reeducar personas en las que ya pasó la época de escolarización y para las que el cerebro se ha cerrado demasiado a las posibles modificaciones posteriores. Ya nos veremos en la calle, Molina, y no tardará tanto ese momento. Es fácil escribir, lo digo yo, que lo hago, lo dificil es aportar soluciones...lo intento